martes, 30 de septiembre de 2008

To look at and wait.




Miro a la gente, sus vidas tienen algo que la mía no, la esencia de la misma dicen muchos, podría discrepar argumentando 1989 razones, pero hay momentos en los que no hay mas remedio que creerlo. Pasa el tiempo, ese tiempo, observo desde un pequeño taburete de madera vieja, sonríen, se bañan en los lagos del deseo y la comodidad. No les hace falta soñar despiertos. Palpan la verdad del momento y esta sujeta sus manos con un velo transparente de duración limitada. Pero alguien les sujeta la mano y eso es lo que cuenta.

La parada del bus esta demasiado solitaria, me protejo de la lluvia bajo ella, he perdido ya... la verdad es que no sabría decir cuantos autobuses, llegan y van completos. Miro a todos esos que están tras las ventanas sonriendo y les grito que por que me miran así, ellos también estaban esperando como yo antes, solo consigo engañarme a mi mismo, no se dan cuenta de que estoy ahí, la verdad no merece la pena.

Música y libros, compañeros fieles de eso no hay duda, pero incluso ellos tienen en sus notas y páginas, historias que hablan de esa sensación, hace tiempo la abracé yo también, ya parece tan lejano y efectivamente así es. Supongo que no tengo derecho a la queja, hay personas que no la abrazarán nunca, se que es injusto, se que no debería, pero la sociedad nos hace egoístas para todo. Triste almacén de prejuicios y superficialidad en el que yo también estoy inmerso.

La evidencia está en mi espejo, la lógica aplastante supera toda duda.

La soledad sin duda es una enfermedad que agrava todas las demás. Y la impotencia de no poder hablar me esta pudriendo, me esta aislando y estoy seguro de que pronto seré una anécdota en una historia barata aunque claro esta que nunca fui nada mas que eso.

Que poco peso tienen las palabras cuando no las lee nadie. Que poca importancia tiene una voz cuando no la oye nadie.

El último autobus tenía el numero 23 y una persona me miró desde el interior unos segundos, suficientes para alimentar la máquina de los sueños, pero se interno en una espesa niebla y ahora es dificilísimo de encontrar. De todas formas lo que guardaba en su interior estaba demasiado lejos de mi realidad, me venía demasiado grande, demasiado bello. Quizás de la vuelta algún día. Tal vez, quizás, a lo mejor..... Que poco peso tienen las palabras cuando nadie las oye.


Rinhork.

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