lunes, 7 de septiembre de 2009

Tenebrismo. (Con destello)






Pronto volverán los arboles a quedar desnudos y con ellos, volverán los tonos grises a colorear los campos y las calles de mi ciudad. Y volverán mis pies a visitar sus caminos somnolientos, en un desfile subjetivo hacía el punto exacto en el que el pez se muerde la cola, atragantándose de deseos inconclusos. Seguiré las pistas de nuevo hacia una laguna de brillantes destellos en los que nadar a pleno pulmón, asomándome a los balcones que conforman mi realidad, esa realidad que yo transformo en una fantasía cálida y comfortable, absenta de las tildes del exterior. Divisaré a través de mis trastornados sentidos, borrosos, los bellísimos reclamos de sirenas afónicas y los perseguiré con la mente en blanco y el corazón raudo por mares lejanos e islas desiertas. Y habré dejado mi brújula en un cajón oscuro, al amparo del olvido, el polvo y una araña de esquina que teje siempre hacia el norte. Retornaré tras el fracaso de mis "Quizás" (esos que siembro con abonos de ficción) sobre mis pasos predecibles, esos que no esperan por haber esperado ya bastante.

-Sabes ese olor?, ya sabes, el de la lluvia y el suelo.

Textos húmedos, si, es cierto. Causa y efecto, tu me entiendes.
En esta hora, soy consciente del carácter irrepetible del instante y siento la luz de la vela tocando los finos vellos de mi mano, bordeándolos en un zig zag luminoso para llegar a la punta de mis dedos, en una fotosíntesis de inspiración clara. Luz que escapa por debajo de la puerta, que no esta ligada a ninguna ley, luz que es del presente y del pasado, luz que ilumina el futuro.

"La primera vez que la vi, supe que era diferente, tengo mis razones, mis pies descalzos se hundían en la arena a cada paso, estaba fría y me parecía mas fina que otras veces, seria el color azulado que teñía al mundo a esas horas de la mañana, el Sol estaba saliendo y una leve brisa se infiltraba en las mangas de mi chaqueta, sujetaba en una mano mis zapatos nuevos para que no se estropearan, ella me hizo cambiar ese tipo de preferencias.
La playa se extendía ante mis ojos infinitamente apacible, tendida en silencioso oleaje, degustando su continuo dormitar, rozando su arenosa piel con el mar. Él la cortejaba con tímidos besos húmedos, despertándola poco a poco, con la paciencia que enseñan tantos siglos de relación. Siglos de besos. Y todo esto tan solo era El Marco para Ella.

Mi vista se topo con una silueta de finas formas, un punto intruso sobre mis dunas azuladas. Mis pies se pararon y quedaron juntos, el aire se hizo suavemente atractivo y mis ojos se volvieron curiosos e infantiles examinando aquella figura sentada en la arena. Su pelo volaba, su pelo tenía vida propia, una vida que pertenecía a un mundo de lineas y curvas sin leyes por las que regirse, creo que fue él quien me saludo antes que ella. Y supe que era diferente, tengo mis razones, estaba sentada, pero no miraba hacia el mar, al que daba la espalda, su mirada estaba enfocada justo en la dirección contraria y se perdía en el horizonte de la mañana.

Quise fundirme en la infinitud de sus ojos y llegar a un punto confluente del tiempo en su visión. Su atención se interrumpió lo suficiente como para ver mi estúpida expresión contemplativa, que aun no podía asimilar las ideas que florecían desde lo mas profundo de mi subsconciente, las cuales todas se enfocaban hacia su imagen. Vi como sus labios se alzaban unos milímetros risueños, forzando también los mios, como si de una palanca emocional se tratara.

-Hola.

Me dijo.

-Ven. Siéntate aquí conmigo.

El aire se infiltró en mi piel y mis pasos se reanudaron sin volver a hundirse. Me senté junto a ella y los dos miramos el horizonte azulado de la mañana."

Se pierde por debajo de la puerta, se aleja y se transforma en espejos que no son para mi. Atraviesa la geografía mas angosta buscando otros prisioneros del sentir. Muchos de esos que aun son tan cobardes como para no aferrar la antorcha y hundirla en las aguas purificadoras, para salir de las fauces del lobo teatrero que encadena tu espíritu a tus costumbres con forma de antifaz. Manos fuertes recubiertas de espinas que agujerean tus ojos si antes no las llenas de versos. Y el verso abre las puertas del paraíso.


Rinhork.

Imagen: Caravaggio, La vocación de San Mateo, 1599-1600.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta mañana "paseando" por el rectorado he visto un texto tuyo, Reflejos, no podría expresarte lo que me ha transmitido... Asíque he buscado un poco, para leer más y sobre todo para darte las gracias por compartirlo.

Rinhork dijo...

Gracias, veras más por el rectorado en los próximos días.