viernes, 13 de noviembre de 2009

Le chant du Nuit.





Se despeñan de nuevo los rayos de Sol por todo el fin de semana. Déjame ser testigo y participe de esta secta edificada por los años (mi cabeza se llena de instantáneas). Se reunen los hijos de la condena, herederos del sonido del trueno, alrededor de un rió que llena botellas a medio vaciar. No tienen en cuenta el anochecer que llega ni el amanecer que coje por sorpresa, se oyen sus cantos a lo lejos, donde las preocupaciones no pueden alcanzarlos, pues perdieron el rastro de sus tambaleantes pasos. Y narraran historias que solo unos pocos privilegiados entienden y se sentirán orgullosos de las medallas que les colgó el destino por haber estado allí cuando sucedieron, historias que florecen entre los vasos a los que saltan haciendo piruetas casi tribales, piscinas de oro.

La gravedad se colgará de sus párpados para amarrarlos a un asiento que hace las veces de púlpito desde el que predicar con su experiencia y aparecerá ante ellos un universo de espuma blanca el cual explorarán atravesando la última frontera, delgada linea que limita lo presumiblemente real. Y el gusto percibe un amargo dulzor de multitud de matices imposibles de contener entre muros de vidrio, estos, se cuadran para comenzar un desfile interminable hacia la percepción sensorial, recuerdan a Nuremberg, aunque el paso de la oca se transforme en el del pato mareado. La aguja pequeña corre, pero nadie la esta mirando.

Déjame hacer un ejemplo ilustrativo de lo que en algunas de esas noctambulas peripecias se revela y sobresale fluyendo a través de las grietas que en mi mente provocan las gotas de mi ambrosía:

No es acaso una nariz gigante el pedestal desde el que salto Edmond Rostand al éxito de una París endulzada con poemas en el interior de faldas con encajes. Y no es esa fama por ello impulsada desde la desgracia de un títere de ficción, sentimientos de ficción. Jamás. Puede que fuese la pluma la que transmitiese el poder de esas palabras que aun hoy cuando las digiero dibujan alas a mi espíritu, pero fue físico el impulsor de una arrogancia liberadora, fue vivo quien creara torbellinos de libertad lanzando mandamientos rimados al cielo, rebelde atrevimiento individualista del pensamiento pausado nacido de la experiencia. Un auto aislamiento buscado tras un periodo de observación de las masas. Totalmente justificado, mas hoy.

Busquese el rigor de una emoción sin falsear, busquese una nota musical sin la que la sinfonía se convierta en un mero tintineo. Una Macrosofía que destruiría los planes de Dios y el libre albedrío, es entonces la cadena del designio divino nuestra libertad?. Encuentro atractivo el verso, aunque no lo persiga la mayoría de las veces, diviso en él el ingenio y la emoción combinados que crea la senda propia, (albedrío), encuentro agradable sus formas que se me plasman femeninas con mil matices, o es que acaso hay un modelo de mujer. Que aburrido seria buscar lo inesperado y no encontrarlo.

Edmond dime cual fue, háblame de vuestro encuentro, fue premeditado o quizás fortuito, dime su nombre, fue Polimnia? fue Erato?. Como no preguntar cuando mas que versos son himnos hilados para la recomposición del espíritu desfigurado.

"Y qué tengo que hacer?
¿Buscarme un valedor poderoso, un buen amo,
y al igual que la hiedra, que se enrosca en un ramo
buscando en casa ajena protección y refuerzo,
trepar con artimañas, en vez de con esfuerzo?
No, gracias.

¿Ser esclavo, como tantos lo son,
de algún hombre importante? ¿Servirle de bufón
con la vil pretensión de que algún verso mío
dibuje una sonrisa en su rostro sombrío?
No, gracias.

¿O tragarme cada mañana un sapo,
llevar el pecho hundido, la ropa hecha un harapo
de tanto arrodillarme con aire servicial?
¿Sobrevivir a expensas de mi espina dorsal?
No, gracias.

¿Ser como ésos que veis a Dios rogando
– oh, hipócritas malditos – y el mazo dando?
¿Y que, con la esperanza de alguna sinecura,
atufan con incienso a quien se les procura?
No gracias.

¿Arrastrarme de salón en salón
hasta verme perdido en mi propia ambición?
¿O navegar con remos hechos de madrigales
y, por viento, el suspiro de doncellas banales?
No gracias.

¿Publicar poniendo yo el dinero
de mi propio bolsillo?
Muchas gracias, no quiero.

¿Hacerme nombrar papa en esas chirigotas
que en los cafés celebran, reunidos, los idiotas?
No gracias.

¿Desvivirme para forjarme un nombre
que tenga el endiosado lo que no tiene de hombre?
No, gracias.

¿Afiliarme a un club de marionetas?
¿Querer a toda costa salir en las gacetas
y decirme a mí mismo: no hay nada que me importe
con tal de que mi ingenio se cotice en la Corte?
No, gracias.

¿Ser miedoso? ¿Calculador? ¿Cobarde?
¿Tener con mil visitas ocupada la tarde?
¿Utilizar mi pluma para escribir falacias?
No gracias, compañero. La respuesta es: no gracias

Cantar, soñar en cambio.
Estar solo, ser libre.

Que mis ojos destellen y mi garganta vibre.
Ponerme, si me place, el sombrero al revés.

Batirme por capricho o hacer un entremés.
Trabajar sin afán de gloria o fortuna.
Imaginar que marcho a conquistar la luna.
No escribir nunca nada que no rime conmigo
y decirme modesto.

Ah, mi pequeño amigo,
que te basten las flores, las frutas y las hojas,
siempre que en tu jardín sea donde las recojas."

Fuera hace frío. Al menos eso dice mi piel.

Rinhork.

Imagen: Bacanales, Tiziano.
Versos: Cyrano de Bergerac, Edmond Rostand (1868 - 1918)



No hay comentarios: