viernes, 9 de abril de 2010

Lions Gate.




A veces veo mis pasos a cámara lenta y me cuestiono sobre los significados que encierran sus suelas de goma gastada que resuenan cual metrónomo que fluye. Quizás se trate de señales que manda el futuro, un código morse temporal que se atreve a mirar hacia atrás, puede que incluso sea yo. Aun así no consigo descifrarlo, por ello consulto con un subconsciente en ocasiones mas despierto que El Día. Y al despertar encuentro la respuesta hecha pedazos a los pies mi cama, utilizo para iluminarme un faro a modo de rompimiento de gloria que me ayuda a recomponer el rompecabezas que mis sueños vomitaron. A veces mi cabeza se infla y cuando parece que se vislumbra la solución, pasa a mi lado con la cara girada y yo enmudezco, no le dirijo la palabra, salvándome de tener que mirarla cuando se transforma en pasado. A pesar de todo, deduzco el contenido de mis pasos. Son espejos que se dedican miradas, y yo corro a situarme entre ellos, para convertirme en una secuencia inmortal de personalidades reflejas, dejando mi impronta en dimensiones paralelas que me reconfortan, como estimulantes para la imaginación.

Me regocijo explorando esos parajes en los que yo soy el dueño absoluto del tiempo y donde yo controlo todas las emociones que germinan desafiando al raciocinio. Allí sé cuando vendrán a tocar mi puerta, y decido contestar o hacer como que no hay nadie. Soy capaz de examinar esas escenas en las que jamás me veré inmerso y darlas por vividas para no caer en la frustración del Nunca. Gestiono mis compañias y selecciono los guiones a seguir, cuyas hojas se las lleva mi viento si necesito un monólogo de silencio. Dibujo los paisajes con trazos variables y pinceles de infinitos tamaños empapados en colores que dan vida a lo imposible, eso que se hace físico entre paredes hechas de creatividad. Material Sólido. He llegado a rebuscar entre mis recuerdos empapados de agua salada para tenderlos al Sol mientras fumaba junto a Ellos, cigarros de narices rojas y zapatones. El dolor no puede alcanzarme si yo no lo invento y ella aparece a mi antojo para endulzar los segundos, los cuales paro o dejo correr a mi parecer. Soy TodoPoderoso.

Es como crear una fortaleza de egocentrismo irreductible a la vista, que se antepone a los mortales que pisan sus inmediaciones. Gris y oscura, guarda dentro de si su oposición, la fantasía.
Cuanta libertad encierran esa palabra y esos muros. Micenas Impenetrable. Seguridad. Escucho el murmullo del viento, trae algo en su regazo. Observo un punto blanco en la lejanía que se mece lentamente y se acerca poco a poco hacia los sillares indestructibles de mi aislamiento. Una pluma blanca que con su insignificante presencia reta la paciencia de lo estáticamente poderoso. Se hace el silencio y su suave superficie se posa tímidamente en un saliente de la estructura que aguanta la respiración. Un crujido recorre el mundo, y grietas comienzan a circular rodeando toda la montaña de piedra, adueñándose de su fuerza. En segundos se desploma lo que parecía imposible de dañar, nubes de polvo se levantan y engullen el paisaje, creando nieblas espesas que bañan de gris parajes ajenos al "Yo". Pero en el centro de la tormenta, escondida, espera la fantasía, que se autocomplace de si misma para crear nuevos asentamientos que surgirán, y volverán a bloquear el camino de los conformistas.

Entonces puede la hormiga perturbar el sueño del León. Incluso introducirse en ellos y ocupar el centro. Nace lo vulnerable que distorsiona los preceptos que se quedan anticuados y se cubren de telarañas. Haría falta una enciclopedia para englobar los nuevos horizontes, los nuevos ventanales que aparecen en mi alma, ábrelos, que corra el aire.

Rinhork.
Imagen: Wind, Vladimir Kush.

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